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El vivir con VIH. Un aprendizaje para todos.

He tenido el privilegio y el honor de ser terapeuta en una fundación de prevención y educación sobre el VIH. Durante un año y medio dí terapia a personas recién diagnosticadas con VIH y sigo viendo clientes en mi consultorio privado. Algunos de mis clientes ahora son muy queridos amigos. En esta publicación me gustaría compartir lo que he aprendido de estas personas – mis verdaderos héroes.

1. La Vida es un tesoro que merece ser cuidado, amado y respetado.
Al recibir una noticia tan devastadora como estar infectado con VIH, lo primero que alguien hace es llorar, gritar y maldecir a la vida. Lo que más me impresiona de mis clientes con VIH es lo rápido que se recuperan y empiezan una nueva etapa de vida. Aprenden y alcanzan a una nueva consciencia superior de que la vida no es un juego. Es algo que Dios, el Universo o simplemente la vida en sí te regala y este regalo es un tesoro que merece ser cuidado, amado y respetado. Es un despertar que te hace amar cada día que te despiertas y, aunque sabes que tu condición no te va a derrumbar, cuidas cada día como si fuera él último. Amar y respetar a la vida es amar y respetar a todo, lo bueno tanto como lo “malo,” que la vida te trae.

2. TÚ eres un tesoro que merece ser cuidado, amado y respetado.
Mis clientes con VIH me han enseñado la gran importancia de cuidarse, amarse y respetarse a si mismo. Algunos (no todos) confiesan que hacían lo contrario antes de recibir las noticias de su condición y que éstas mismas les han enseñado a valorarse a si mismos como nunca antes lo habían hecho. Es muy fácil etiquetarte a ti mismo: feo, no muy inteligente, incapaz, no puedo ser amado, infectado. Estos mensajes nacen en nuestra inconciencia y afectan nuestro cuidado y amor por nosotros mismos. Cuando te das cuenta que éstas etiquetas son mentiras y que en realidad eres un tesoro de ser humano, empiezas a no solo apreciarte a ti mismo más, te cuidas más y te respetas más, y exiges más que te respeten. Una autoestima sano está directamente vinculada a tú salud emocional, mental y física.

3. Perdona y vive en paz con todos
Estudios han comprobado que el resentimiento y el odio afectan tu salud. Crean estrés en tu cuerpo que afecta tu sistema cardiovascular, neurológico, inmunológico y muscular, tanto como tu bienestar emocional. Una de las cosas que más admiro de mis clientes con VIH es su increíble capacidad de perdonar a la persona que les infectó. Un mayor porcentaje de gente con VIH fueron infectadas por alguien quien sabía que tienía VIH pero no lo reveló. Sintiéndose engañados y lastimados emocional y físicamente, mis clientes encuentran una fuerza interior casi sobrenatural para perdonar a la persona que les infectaron. El sentido de la vida cambia drásticamente cuando estás cara a cara con tu mortalidad. Valoras a la vida y a la gente más que antes y aprendes la importancia de no guardar rencor. Deberíamos de aprender de esto y vivir en paz con todos y perdonar a quien tenemos que perdonar. Viviremos más en paz con nosotros mismos y con otros, bajaremos el riesgo de enfermedad y viviremos más sanos. ¿Quieres vivir más? Vive en paz!

4. Valora las cosas importantes en tu vida
En el corre corre de la rutina cotidiana, perdemos de vista de lo que es importante en nuestras vidas. Una condición como la VIH te forza tomar una pausa y evaluar lo que es realmente importante en tu vida. Mis clientes me han dicho que empiezan a ver el mundo en términos de sano y no-sano, no solo en lo físico pero también en lo emocional y lo espiritual. Lo sano son esos elementos en tu vida que te inspiran vivir más tranquilo, feliz y sin preocupación. Cosas como tu familia, las verdaderas amistades, tu salud y tu trabajo. Lo no-sano es todo lo contrario; la negatividad, relaciones no-edificantes, adicciones, mala alimentación y falta de espiritualidad. Haz un inventario de las cosas que en este momento le das importancia y pregúntate si en realidad son importantes o no.

5. Nunca te des por vencido
Repito: ¡NUNCA TE DES POR VENCIDO! Hay que perseverar en esta vida. Hay que avanzar. Unos de los atributos que más respeto en mis clientes con VIH es su convicción e impresionante voluntad para no solo sobrevivir pero aún más para vivir mejor que nunca antes. La mayoría de mis clientes me dicen que aunque no hubieran escogido vivir con VIH, agradecen a la condición porque les ha dado una fuerza interior que antes no sabían que tenían para luchar y mejorar sus vidas. Son hombres y mujeres valientes. Son hombres y mujeres de coraje. Si se dan por vencido y no tratar su realidad el VIH pudiera convertirse en SIDA y pudiera tomar sus vidas. A lo contrario, durante el transcurso de la temporada en que les doy terapia, los veo mejorando en su actitud, su capacidad de amar, su espiritualidad, su estado anímico y su físico. Son mis héroes.

Yo no deseo la infección VIH para nadie. Espero que un día la gente se despierte y reconoce que ésta es una infección que amenaza a cada persona quien se encuentra en contacto íntimo con otra persona y toma las precauciones necesarias para evitar la transmisión no sólo de esta infección sino de muchas más que existen.

Los clientes quienes han estado en terapia conmigo por ser contagiado con VIH son entre las personas más valientes, fuertes y espirituales que he conocido. Les doy gracias y lo considero un privilegio compartir esta vida con ellos. Me han enseñado mucho sobre la vida y como vivirla. Gracias, mis queridos. Saben quienes son. Los quiero y los admiro mucho.

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